martes, 18 de noviembre de 2008

Peripecias semanales

Otra semana más en Manchester. Y nuevamente, aquí estoy para contar lo que he hecho esta semana. Quien tenga algo de interés o curiosidad, o simplemente sea un cotilla, no puede quejarse.
El lunes 10 fue el cumpleaños de mi sister (dejé constancia gráfica de ello). Por lo demás, empecé otro curso de 5 semanas de inglés. Esta vez tocaba el Vocabulary. Misma profesora, y casi misma gente. A la vuelta a casa, la mitad del camino, hasta que cojo el autobús, la hago en compañía de Carman (apodo a la española, porque es de Hong Kong), Kana y Hanna, que aunque tenga nombre parecido, una viene del Japón y la otra de tierras finlandesas.

Mi cita semanal con el francés venía con premio: examen. Contaba sólo un 5 % de la nota final, así que tampoco me lo curre mucho. Y bueno, no fue muy complicao. Cuatro ejercicios cortos: para poner unas preposiciones, adivinar si eran masculinas o femeninas unas nacionalidades, traducir unas frases del inglés al francés, y traducir unas palabras de comida de francés al inglés. Eso sí, aunque no fue muy difícil, tampoco lo hice al pelo, porque el significado de algunas cosas lo sabía en español y no en inglés, como “cerises”. Ya nos dirá el tío cómo ha ido la cosa.
Al salir, pasé por el Tesco (uno de los supermercados que tengo justo debajo de donde estoy, junto al Lidl). Serían las 11 y estaba en la cola a punto de pagar. Aquí se hace cola para todo, pero bueno, eso es otra historia que puede que algún día cuente mejor. Y efectivamente, eran las 11 en punto. Escuché una voz por la megafonía, sonó un pitido, y las cajeras de pronto se quedaron paradas y en silencio. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Me había perdido algo? Giré la cabeza a ambos lados, y pude leer un cartel. Iban a hacer un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la 2ª Guerra Mundial. Mes 11, día 11, 11 horas. Según pude corroborar después en el periódico y en la televisión, aquí lo llaman el “Poppy day”.

El miércoles no hice nada especial, salvo ir a la lavandería de nuevo. Mientras aquello centrifugaba (tarda 38 minutos en total), se me pasó por la cabeza ir al gimnasio. Debió pasar muy rápido, porque no fui.

El jueves me esperaba un día ajetreado. Por la tarde teníamos una presentación en grupo, así que quedamos por la mañana en la biblioteca para hacer algo majo en el PowerPoint. La parte que me tocó a mi no daba mucho de sí, no tenía mucha chicha, así que entre mi compañero y yo apenas rellenamos un par de diapositivas. Una por cabeza. El resto del grupo sí que se explayaba un poco más. Mi inglés es el más pobre de todos (pobrísimo, como diría aquel), aunque claro, no me extraña: un escocés, 2 inglesas, un inglés, otro inglés con ascendencia india o de por ahí, uno de Dubai que se maneja al pelo y un alemán que aprendió algo más que el típico “jelou” que se aprende en España. Cuando habla el escocés no hay quien pille ná, y cuando hablan los otros… pillo cosillas, pero no todo. A ver si se me pega algo de aquí a Junio :)
Éramos el tercer grupo en hacer la presentación, pero el profesor se enrolla tanto… que al final nos dijo que si nos importaba hacer la presentación el jueves siguiente. Dicho y hecho. Para celebrar nuestro éxito, el grupo-im-presentable nos fuimos a tomarnos unas cervezas, cómo no (el caso práctico sobre el que hemos trabajado es de Adolph Coors, una empresa que vende cervezas). Hasta yo me tomé una, la segunda que me tomo aquí, según creo. Quien me conozca sabrá que la cerveza y yo no congeniamos, por lo menos de momento. Para el que sea curioso y/o entienda de cervezas, le diré que me tomé una Corona, que no Coronita. Por lo visto, sólo en España se le pone la ita. ¿O es al revés?

El viernes como que me encontraba bien tras las anteriores semanas algo flojo (de fuerzas), así que no tenía excusa para no hacerle una visita al gimnasio. Y así fue. Fui un ratillo, que tampoco es plan de matarme.
Por la noche, un par de pubs: el de la Student Union y otro que creo que se llamaba The Deaf Institute. Fui con mi compañía más o menos habitual: Inma, Sonia, Pauline, Flavio, Giacomo y el compañero de residencia de ellos, Peter. Quedé con ellos según el horario inglés, osease, a las 9. Tuve que cenar sobre las 8, así que cuando despedimos a la noche, sobre la 2 y pico, tenía hambre. Me hice un sándwich y, sólo entonces, pude irme a la cama a gusto.

El sábado volví a pasarme por el gimnasio otro rato. Antes había visto un par de capítulos de CSI en el ordenador, que me ha dao fuerte por ahí. Al salir del “llim”, fui al Tesco para ver qué se cocía allí. Me encontré con unos sándwiches muy rebajados, a 27/28 céntimos cada uno. Digamos que caducaban ese mismo día, de ahí el descuento. Sin una excusa justificada, no compro sándwiches, pero me pareció una ganga, y además, así me ahorraba pringarme para hacer algo de cena. Perfecto.

El domingo repetí sesión de músculos. Estoy en la 4ª planta, así que para subir y bajar hago uso del ascensor. Podría hacerlo por las escaleras, pero paso. Si quiero ejercicio voy al gimnasio, que pa eso lo he pagao. Mientras bajaba por el ascensor, escuchaba a un par de chicas hablando, que esperaban justamente a que yo me bajase de él. Pero por lo visto, no esperaban que hubiese nadie dentro del ascensor. Conforme se abrió un poco la puerta, una de ellas se asustó y gritó. La otra, contagiada por su amiga, también se asustó y empezó a gritar, más si cabe al verme ella misma. Y digo yo: ¿tan feo soy? ¿No podrían disimular? ¿Nunca han visto salir del ascensor a alguien antes de subir ellas? Estudiaré el caso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te estás haciendo un experto del CSI. a este paso podrás escribir algún capítulo.

Anónimo dijo...

jajajaja, te sigo el rastro primicoo. Cuidate. Un abrazo de kaká (tengo su camiseta del milan recuerdo de italia ;) )