martes, 27 de enero de 2009

Supercalifragilística semana

El lunes amaneció sospechosamente nublao, como de costumbre, y con algo más frío que estos últimos días. Justo cuando salía por la puerta me di cuenta de que se me había olvidado el paraguas, pero decidí seguir mi camino ya que ya iba justo (pasado) de tiempo.
Clases normales, comida en la cantina, y las clases del inglés por la tarde. En la última clase de la mañana, empezaron a caer copillos de nieve, aunque no hacía el suficiente frío como para que reposara en las aceras. Sea como fuere, por la tarde cayó la de dios. Estaba en la clase y observaba el blanco elemento con una pequeña sonrisa, esperando que cayera con furia para que pudiese después coger nieve del suelo y tirarle alguna bola a alguien. O incluso a mi mismo. Pero casualidades de la vida, al acabar la clase ya sólo quedaba la lluvia, y como no llevaba la cámara de fotos encima, pues no hay una prueba de la nieve, con lo que os tendréis que fiar de mí.
Llegué a mi residencia y me tumbé un ratillo, que luego tocaba musical. Un super-cali-fragil-ísti-coespi-ali-doso musical. Tocaba ver a Mary Poppins, que en noviembre o así sacamos las entradas. Fui con un grupeto de Mill Point. Y la verdad es que estuvo gracioso y entretenido. Había un par de canciones que recordaba de la película, pero el resto apenas me sonaba. Me enteré decentemente de las conversaciones y de parte de las letras. Algo es algo. Eso sí, en el descanso dijeron que nos iban a hacer el cambiazo de un actor por otro, por cierto motivo que no llegué a enterarme. Mierda. Resulta que nos cambiaron a la niña: pasó de rubia a castaña. Me deducción es que lo mismo tenía algún examen o algo al día siguiente.
Al volver decidí que no tenía ganas de hacerme ná, ni siquiera un sándwich o algo medio hecho. A eso de las 11 pasé por el bareto que tengo aquí en la esquina y me compré una hamburguesa con patatas y coca-cola. Tipo McDonald, más pequeño, más cutre, más rollo indio, pero igual de bueno. Luego tocaría escribir un rato para mantener informados a mis lectores.

El martes, como no podía ser menos, francés. Después me tocó hacer unas gestiones. Pagué el 2º plazo de la residencia, que toca por estas fechas y la libra está barata, luego fui a ver si me hacían un justificante de haber pagado para ver si en España doy pena y me dan algunos euros, y para terminar fui al banco a cambiar un puñado de euros a libras. Todo ello amenizado con un frío sol.
Por la tarde, la clase correspondiente. Y luego estuve con el trabajo de marketing sobre el Santander. Son 4 apartados, y como mucho 15 páginas en total. Menos mal que no hay mínimo. Aún así, más o menos sé de lo que había a hablar en cada apartado, y me acercaré a ese máximo. Por hoy, una página.

El despertador quiso que el miércoles me levantara a las 10, como había acordado con él, pero como quiera que me había acostado a las 3 el día anterior, pues me levanté pasadas las 12. El resto de la mañana estuve en la lavandería, que entre el lavado y el secado, se me van una hora y media.
Por la tarde recibí un email de Host, la organización que lleva lo de pasar un fin de semana con una familia guiri. Me comentaron que me ofrecían pasar un par de días con una familia para el último fin de semana de marzo. Y venía con sorpresa: también irían una de Etiopía y un chino cudeiro. El encargado de esa zona me tomó por italiano, pero aclaradas las cosas, le pedí que me confirmara la fecha para aceptar definitivamente. Me respondió con que al final se tendría que hacer el fin de semana anterior. Me venía mejor la fecha original, pero aún así acepté.
Por cierto, llevo unos días en los que me ha dado por comer bastante fruta. Antes compraba kiwis y fresa de vez en cuando, pero ahora ya he hecho de plátanos e incluso naranjas mi postre. Bueno, a ser verdad, compré una naranja, porque aquí se compran por unidad. En el Lidl sí que venden fruta por kilos, pero no es plan de comprar un kilo, porque entonces tendría que tomar esa fruta para desayunar, comer y cenar para que no se echase a perder. A pesar de ese aporte vitamínico, las vejigas han hecho su aparición, aunque parece que esta vez no me van a dar guerra. ¡Ganaré!

A las 12 abrí un ojo y, y a los pocos segundos, el otro. Sí, era jueves. Tenía clase a la 1, así que no me dio tiempo para mucho. Leí el correo, y vi que lo del Host estaba oficialmente aceptado. Me dieron algunos datos de la familia, el nombre del pueblo y algunas recomendaciones.
Por la tarde, Hailey me invitó a pasarnos el balón de rugby un rato en el pasillo. Algunos golpeos con el pie siempre caen. Esta vez incluso en plan profesional con el tee y todo. Fueron unos minutillos. Simon decidió salir al piso de enfrente, en el que vive una mu amiga suya: si no está ella por aquí, Simon está allí. Como buen inglés, se fue con una taza (de té, presupongo). Cuando abrió la puerta para salir, a mi compañera de juego le dio por hacer la gracia y intentar darle. Evidentemente, falló. Simon se había escondido tras la esquina, pero volvió a aparecer y a estar en el punto de mira de Hailey, sin ella percatarse de ellos. Segundo pateo de balón y… ¡premio! Taza al suelo, y todos nosotros perplejos. No sé si por compasión ante Simon o por admiración ante semejante atino con el balón. Fin del juego sin grandes cabreos.
Para cenar, decidí añadir el Londis a mis clásicos voltios por el Tesco y el Lidl para ver si compro algo que merezca la pena, que me llame la atención, o simplemente que esté de oferta. Está también en los bajos de la residencia, al doblar la esquina por el otro lado, junto a la entrada principal a la residencia. Un inciso: recuerdo que yo entro destrangis por otra puerta, al estar ser mi bloque unos de los 3 marginados del resto. Vi la mercancía, y me decidí a comprar una merluza con patatas. Congelado, por supuesto. Lo nunca visto: comiendo pescado y tó. Impresionante. Cuando se lo cuente a mi madre le va a dar algo.
Por la noche, le escribí a la familia guiri para dar señales de vida y que me comentasen cosas sobre el mejor modo de ir allí, ya que el trasporte de Manchester al sitio es lo único que yo pago y en lo que me tengo que buscar la vida.

El viernes volví a eso de las 12. La libra se está depreciando ante el euro. Está por los suelos, si se compara con hace unos años o simplemente con septiembre. Aprovechando la coyuntura, decidí ir al Accommodation Office y realizar el 3er pago de la residencia. Habría que hacerlo en abril, pero bueno, voy a ser un poco pájaro y hacerlo ahora que la libra está barata. Espero que no baje más, porque si no me habré pasado de listo para convertirme en un tintín. Aún así, este último pago “sólo” es el 20% del total. También volví a pasarme por el banco para cambiar otro puñao de euros a libras.
Por la tarde, me contestó el hombre de la casa (de la familia guiri, se entiende). Me dijo que tocaría coger tren, haciendo un trasbordo, y el domingo para la vuelta tendría que hacer un trasbordo más, porque hay menos combinaciones. Pos vale. Situé el pueblo abejero (St Bees, que se llama) en el mapa con ayuda de nuestro amigo Google, y estuve mirando trenes por Internet para ver cómo y cuando ir y venir. Para la vuelta del domingo no ví nada. Les escribí otro email contándoles mis pequeños avances treneros y pidiéndoles algún consejillo, porque no lo veía claro.
Seguí con el trabajito que tengo entre manos. Hasta que no termino uno casi que no me pongo con otro, que no puedo hacer dos cosas a la vez. Una página más pá la saca. Creo que este ritmo no es malo, el de un página por día. Eso sí, creo que llegará el momento en el que tenga que escribir alguna que otra más. Pero para coger un ritmo y tal, no está mal.
Cuando terminaba de cenar, empezó una película. Era de Denzel Washington, trataba de venganza, y estaba ambientada en México. Me puse a verla un rato… y terminé viéndola enterita. Estuvo bien, la verdad. Con su mensaje de fondo.

El fin de semana se presentaba tranquilo. Sin salidas programadas y con trabajo por hacer. Lo del trabajo va a ser la tónica de las próximas semanas. Es lo que tiene, entre otras cosas, no haber hecho nada hasta Navidad.
Así las cosas, el sábado volví a levantarme a las mil. Compré unas cosillas, y comí a eso de las 4. Se me ha pegao poco el estilo inglés de comer sobre las 12. Ya es que ni sigo el español: me paso de hora y todo.
La tarde y la noche me cundieron. Un par de páginas escritas. Vamos progresando. A las 2, sonó el teléfono que tengo en la habitación. Alguna vez me han llamado mis padres o mi hermana, sobre todo al principio, pero el resto de veces han sido equivocaciones. Cogí el teléfono con un “Yep”, y me salió un tío cabreado diciendo que a ver si paraba el “fucking-fucking”, que estaba intentando dormir pero que no lo conseguía. Le dije que que más quisiera yo, que se había equivocado de número y habitación. Bueno, a ser verdad sólo de dije lo segundo. El tío siguió en sus trece, diciéndome que parase el tema. Por lo visto, curiosamente, en ese justo momento la pareja feliz decidió no hacer sufrir más a mi pobre amigo, con lo que me colgó. A ver si la próxima vez me llama justificadamente ;)

El domingo seguí con la rutina. Levantarme tarde, comer más tarde, y trabajar por ratos. Acabé la segunda parte del trabajitllo y dejé más o menos organizados los apartados que iba a usar en los 2 siguientes.
Por la tarde, volví a recibir un email de mi family. Me aclararon lo de la vuelta: no hay trenes directos desde St Bees a Manchester, ni siquiera con un trasbordo por ser domingo. Y además, la mujer había llamado por teléfono a la estación para informarme: por lo visto están reparando la línea o realizando operaciones de mantenimiento. Me comentó que le habían recomendado un plan para mí: primero ellos me llevarían en coche a otro pueblo cercano, y luego vendrían más trasbordos. No sólo en tren, sino que también cogería el autobús. Un poco jaleo, pero bueno, mejor estar informado de todo y estar preparado para el ajetreo de la vuelta. Me dijeron que me esperase a comprar los billetes un poco. Resulta que el chino cudeiro que va allí también está en Manchester, aunque todavía no han hablado con él. Probablemente quede con él para comprar los billetes juntos, que encima así nos puede salir más barato.

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